«Si están los toros en Salamanca, lloverá..» No lo creía, y en vez después de un septiembre que comenzó infernal, llegaron lluvia y frío. Afortunadamente aproveché de los primeros días cuando el aire seco y el calor todavía se quedaban entre las murallas ciudadanas.
En pocos días la ciudad se llena de gente: estudiantes que vuelven para la inmatriculación, los trabajadores que regresan a las oficinas, los de los pueblos que llegan para vivir el ambiente caluroso, turistas curiosos…
Las vías se colman de personas y todos parecen divertirse, comiendo y bebiendo en las casetas montadas en las plazas, paseando por el Mercado Cervantino y los sabores de las tiendas, mirando a los artistas de calle en espectáculos encantadores. Salamanca se pinta de muchos colores y de caras felices, pero poniendo los ojos más arriba siempre los monumentos y el amarillo de las fachadas cautivan al espectador.
Nunca fue a una corrida, y creo que nunca iré. Me molesta el pensamiento de mirar a un toro sufrir para el divertimiento, aunque pueda entender que a los demás gusta y hace parte de la tradición. Este año un día se amnistió a un toro, y eso no pasaba desde el 1967, leía en La Gaceta, entonces ya puedo declararme más satisfecho.
Los fuegos abrieron y terminaron los días de fiestas, pero los eventos y el ambiente de las casetas se queda en las calles algunos días más, entonces todavía aprovecharé de los pinchos de fiera y del Rioja bastante bueno y sobre todo muy barato!